De nuevo el Vampiro de Dusseldorf nos envía un artículo de opinión, esta vez sobre la manipulación mediática:
Internet, el último escollo.
Hace años escuché a un corresponsal italiano en Madrid, que ante la pregunta de Juan ramón Lucas en su programa de radio 5 de porqué los italianos seguían votando a Berlusconi (en esos momentos inmerso en una multitud de escándalos en sus fiestas con prostitutas, algunas menores, con consumo de cocaína, e incontables juicios por prevaricación), dicho corresponsal lo explicaba por la especial idiosincrasia del pueblo italiano, que cuando veía al cabalieri, no veía a un corrupto sinvergüenza, sino a alguien exitoso, y querrían ser como él.
Yo enseguida pensé, pobre iluso, que en España eso no sucedería jamás, porque cuando vemos a un corrupto lo odiamos por sinvergüenza, y cuando vemos a un exitoso lo envidiamos de forma insana, mentira, somos como los italianos, las mayorías absolutas de Camps, Barberá, la alcaldesa de alicante y otros muchos lo demuestran.
